por Patty Eversbusch
Este es el relato no de un simple viaje turístico, sino de una expedición, de toda una aventura en uno de los lugares más inhóspitos de la tierra, la Antártida.
Esta singular experiencia se vive durante un crucero de la naviera noruega Hurtigruten, con duración de 17 días, a bordo del rompehielos MS Nordnorge, confortable embarcación con capacidad para 600 pasajeros.
La aventura comienza desde la llegada al puerto de partida, Ushuahia, ciudad sita en la Patagonia Argentina, la porción de tierra más austral del Continente Americano.
Los pasajeros no saben que les esperan experiencias nunca antes vividas. Desde el reto de cruzar el Océano Antártico, navegando durante dos días en mar abierto por el mítico Pasaje del Drake, que fue escenario de legendarias y osadas expediciones como las de Scott, Amundsen y Schacketon, hasta la contemplación de variados y espectaculares paisajes y de fauna marina que no existe en otras latitudes, como la foca leopardo o los pingüinos.
Rosita Doerflinger, bióloga, una de las expertas conductoras de la expedición, dice que estos viajes, de estrecho contacto con la naturaleza, tienen el propósito de crear una conciencia ecológica en la humanidad. “Debemos enseñar a la gente lo que es la Antártida y por qué hay que cuidar a las especies para que sigan existiendo y transmitir este mensaje a muchos más para que eviten el desarrollo de actividades que afecten estas tierras”, señaló en entrevista.
“Lo más importante –continuó la especialista- es enseñar a la humanidad que una parte del mundo que no ha sido tocada es muy bella y que como ésta hay otras que tienen que rescatarse en beneficio de las generaciones futuras. Debemos heredar un mensaje de responsabilidad para que las generaciones futuras tengan la oportunidad de disfrutar de este paisaje tal como está, para beneficio de todos los seres humanos” afirmó Doerflinger.
Durante el recorrido se disfruta de los más variados platillos de alta cocina preparados por un chef noruego y los pasajeros pueden asistir a conferencias que antropólogos, ornitólogos y otros expertos –que también son los diseñadores y conductores de las visitas en tierra- imparten a lo largo del viaje.
El primer contacto con el continente antártico se da cuando al cruzar el pasaje del Drake pueden admirarse colosales icebergs que revelan su edad con tonalidades que van desde el blanco hasta el azul agua.
La isla de King George es el primer sitio de desembarco en territorio de la Antártida. Los pasajeros descienden en reducidos grupos a bordo de lanchas tipo sodiack. Allí se visita la base polar de Arctowski, dedicada a la investigación de las especies marinas de la region y se tiene el primer contacto con los pingüinos, de los cuales pueden abservarse a lo largo del viaje tres de las cuatro especies existentes. Cabe destacar que las regulaciones establecidas por los doce países que norman la vida de ese continente impiden que más de cien personas a la vez permanezcan en suelo de la Antártida, como medida para proteger los ecosistemas.
Halfmoon Island es sitio del siguiente descenso. Desde él se logran las màs espectaculares vistas de las islas de South Shetlands, ubicadas en zona volcánica, completamente cubiertas de nieve, en donde anidan los pingüinos y en donde tambièn pueden observarse en su habitat natural a petreles, elefantes marinos y otros tipos de focas.
En la travesía hacia tierra firme de la Antártida, navegando hacia el sur por el Canal de Herrera, la expedición llega a Cuverville Island, un mágico lugar en donde la nieve, los animales marinos y la colonia más grande de pingüinos de Barbijo de la Antártida son el deleite de los visitantes. El regreso al barco es espectacular, pues las lanchas se abren paso entre gran cantidad de bloques de hielo y de gigantescos icebergs.
Al viajar por la costa de la Península Antártica se aprecian paisajes maravillosos y en verano se vive la esperiencia de tener días muy largos, con lapsos de oscuridad no mayores de tres de las veinticuatro horas. En esa latitud se encuentra, a menos de cincuenta kilometros, el legendario Mar de Weddell, en donde perdieron la vida famosos expedicionarios y cazadores de ballenas.
El sueño se hace realidad. La siguiente parada es en una bahía escénica en donde se ubica Neko Harbour, lugar en tierra firme de la Antártida en donde los visitantes tienen la oportunidad de desdender para encontrarse con un refugio argentino y una colonia de pingüinos. La sensación es indescriptible. Pisar suelo antártico significa estar en uno de los contados sitios del planeta a donde sólo unas cuantas personas han llegado.
En el amanecer del siguiente día, con temperaturas bajo los cero grados aún en el verano, el Nordnorge navegó por el enigmático y estrecho Canal de Lemare, rodeado por montañas nevadas, en el que solo interrumpe el silencio el crujir de los gélidos trozos, cuando la embarcación nortuega se abre paso con su rompehielos. Desde cubierta se puede observar cómo las focas leopardo esperan pacientemente, echadas sobre el hielo, el paso de los pingüinos, su alimento, a los que devoran en grandes cantidades.
Al otro lado del canal se encuentra Peterman Island, cuyo principal atractivo son los magníficos paisajes en los que las tranquilas aguas son un colosal espejo en donde se reflejan los glaciares, cuya tersura sólo se interrumpe con los canales que los pingüinos dejan a su paso. Este es el punto más austral que toca la expedición, ubicado en una latitud de 65grados 10 minutos sur. Las dimensiones del paisaje y su belleza son impresionantes, así como el verdadero silencio que sólo interrumpe el canto de una gran colonia de pingüinos empollando.
El siguiente descenso es en Port Lockroy, que alberga una base británica de los años cincuenta del siglo pasado, ahora convertida en museo para que los visitantes puedan imaginar la vida de los osados exploradores de antaño que sobrevivieron en condiciones extremas. Esta base está rodeada por pingüinos de Vincha, los cuales pueden observarse a muy corta distancia. Las instalaciones ubicadas en este sitio rinden homenaje a quienes han dedicado su vida para investigar la Antártida.
La Isla Decepción es el último lugar de la Antártida en donde descienden los pasajeros. Es una isla en donde se ubica un volcán activo cuya ultima erupción data de 1970. Albergó las mayores instalaciones para procesar productos de las ballenas en los tiempos en los que se permitía indiscriminadamente la cacería de los cetáceos. Más de 1 millón 400 mil ballenas fueron víctimas de la sangrienta e irracional cacería que tuvo lugar entre 1912 y 1931. Todavía se encuentran en esta isla restos de esos grandes centros procesadores de carne y aceite de ballena.
En este sitio, por sus características, fluyen del litoral aguas termales que contrastan con las gélidas aguas de la Antártida. Algunos de los viajeros se atreven a nadar, primero en el océano, al lado de grandes trozos de hielo, para luego darse un chapuzón en los pozos de aguas termales que se cavan exprofeso.
A partir de ese sitio inicia el regreso al Continente Americano. El primer contacto con el mismo es el Cabo de Hornos, uno de los mayores cementerios de barcos del mundo, por lo cual cruzarlo es un ritual para los marinos de todo el mundo.
El regreso a América es por la costa chilena, navegando al lado de los espectaculares fiordos. En el trayecto se ven grandes glaciares y se visitan algunos interesantes sitios de la Patagonia Chilena, en donde se pueden observar las etnias de la región, así como la flora y la fauna.
Este singular viaje tiene propósitos tanto lúdicos y de esparcimiento como didácticos y de reflexión. Al final cada uno de los participantes se convierte en embajador para la conservación de la Antártida.
Así lo dijo en exclusiva la bióloga Rosita Doerflinger a El Economista a bordo del Nordnorge: “Las únicas tierras que se conservan vírgenes y sin contaminación de actividades humanas es la Antártica. Esto ya no ocurre en el Ártico, en donde la gente ha invadido y acabado con la fauna.
Tenemos el poder de destruir y en la misma forma tenemos el poder de influir para la preservación de los ecosistemas y de las especies”.
Alrededor del Mundo
Patty Eversbusch
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